Todas las veces que nos dijimos adiós: una novela romántica muy poco convencional
Pese a que en los últimos meses han ocurrido un montón de cosas increíbles (incluyendo una pandemia vírica o la nominación de Nadie vendrá a rescatarnos como finalista del Premio Literario Amazon 2019), la verdad es que hacía ya demasiado tiempo que no me pasaba por esta bitácora…
En parte, porque las urgentes reformas que necesitaba mi web se han demorado más de la cuenta debido a factores ajenos a mi voluntad, y, en parte, porque el panorama sanitario ha afectado bastante a mis planes y tampoco disponía de nada nuevo sobre lo que hablaros.
Ambas situaciones, por suerte, son ya cosa del pasado, y no solo es que la página esté por fin actualizada, sino que hoy mismo acabo de publicar el libro más especial y significativo de todo mi catálogo y aquí estoy otra vez para contaros unas cuantas cosas sobre él…
Autoficción sinfónica
En primer lugar, su título: Todas las veces que nos dijimos adiós. Y en segundo lugar, su portada, que podéis ver aquí abajo y es obra de mi nuevo portadista de cabecera: Dimitar Stanchev.
Pero, ¿por qué afirmo de manera tan tajante que es mi obra más especial?
Pues por tres razones: porque se trata de mi primera novela semiautobiográfica (o mejor dicho, de mi primera novela de «autoficción sinfónica», como a mí me gusta denominarla por su naturaleza íntima y por el protagonismo que en ella tiene la música), porque está narrada de una forma muy muy particular, y porque lo que cuenta, tratándose de mi primera incursión en el terreno del romance, tampoco es algo muy habitual en este tipo de literatura.
Claro que mejor será que os lo explique todo por partes para que se entienda todo mejor…
Algunos datos clave
Cuando digo que el libro es una obra de autoficción sinfónica lo que en realidad quiero decir es que, como historia, parte de una serie de hechos reales vividos por mí mismo en primera persona a los que les he añadido algunos elementos ficticios o semificticios para construir, a partir de todos ellos, un juego de espejos entre la realidad y la ficción donde nunca queda claro qué sucedió de verdad y qué no.
Cuando digo que está narrada de una forma muy particular me refiero a que la novela expone su trama en tiempo real, a través de cuatro episodios de una hora exacta de duración ubicados en diferentes épocas, países y estaciones, con un tema musical específico como leitmotiv y alternando además entre dos puntos de vista complementarios.
Y cuando digo que la historia que describe tampoco es que sea muy habitual lo que intento transmitir es que el libro tiene muy poco que ver, para bien o para mal, con lo que los lectores aficionados a lo que se conoce como«novela romántica» están acostumbrados a encontrar bajo esta etiqueta.
En primer lugar, porque no hay ni rastro de highlanders sudorosos, vaqueros descamisados con tableta de chocolate o jóvenes urbanas empoderadas que pierden los papeles por empotradores malotes; en segundo lugar porque, al estar la novela escrita por un varón bastante ajeno al género, la sensibilidad de fondo se aleja también mucho de lo común en él, y, para finalizar, porque, sin dejar de respetar algunas de las reglas más importantes de este tipo de libros, nada transcurre tampoco del modo en que se supone que una novela romántica debe transcurrir.
Una propuesta distinta
Dicho de otro modo, Todas las veces que nos dijimos adiós es un libro que lo fía todo a su peculiar estructura narrativa, a la autenticidad de su materia prima y a su personal planteamiento dramático para crear, gracias a todo ello, un romance clásico donde la variedad de escenarios épocas y situaciones, sumada al uso que de la música se hace en el libro, busca mediante silencios que lo dicen todo, miradas también repletas de significado y un montón de escenas conmovedoras, emocionar lo máximo posible a los lectores.
Su historia habla de amor no consumado, de segundas oportunidades, del paso del tiempo, de la dificultad para mantener los ideales a flote frente a una realidad díscola, de la necesidad de aprovechar el momento cuando se nos presenta en lugar de postergar estúpidamente aquello que deseamos, y, sobre todo, del papel tan fundamental que la literatura puede llegar a jugar para enmendar determinados errores.
Sinopsis de la obra
En la vida de cualquier persona hay siempre tres o cuatro horas especialmente cruciales para definir su sentido.
Cuando Selene Ézaro y Elio Quirán se ven obligados a separarse tras haber disfrutado de dos semanas mágicas en la Florencia de 1998, ambos comparten una de esas horas inolvidables, pero lo que ninguno de los dos imagina es que solo será la primera en que se digan adiós, pues el destino aún les tiene reservadas hasta tres despedidas a contrarreloj más…
Todos esos momentos decisivos componen así, a lo largo de cuatro décadas, cuatro países y cuatro estaciones distintas, una historia de amor nada convencional, con la música de Pink Floyd y otros artistas como telón de fondo, destinada a encoger el corazón de quienes todavía siguen creyendo en la excepcionalidad de ciertos sentimientos.
Información extra
En caso de que nada de lo anterior os aclare demasiado sobre el libro y queráis conocer todavía más detalles acerca de él recordad que podéis visitar su propia sección en esta web, echarle un ojo a la página del producto en Amazon, escuchar mi podcast Territorio Heyoka, en el que hablo largo y tendido junto Alberto Val Calvo acerca de sus entresijos, o ver los videos que he estado colgando estos últimos días en mi cuenta de Instagram.
Nada más por ahora salvo comunicaros que en breve regresaré por aquí con nuevos datos sobre el proyecto y recordaros que estoy a vuestra disposición para cualquier duda, sugerencia, comentario, crítica o propuesta de colaboración relacionada con la novela.
Será un placer para mí responder a cualquier asunto que me planteéis, incluso si es delicado… 😉
Así que lo dicho: esto es todo de momento. Muchísimas gracias por haberme dedicado vuestro tiempo una vez más, pasad un buen verano aunque sea con mascarilla y, como es ya tradición, id siempre por la sombra no sea que se os calienten demasiado las ideas..
¡Hasta la próxima!