Demócrata por conveniencia: ¿qué esperar de la novela?
Como much@s de quienes hayáis leído alguno de mis libros ya sabréis, no soy un autor al que le guste encasillarse en ningún género ni mucho menos uno que prefiera quedarse en su zona de confort a afrontar nuevos desafíos.
Así, si en Lo que define a una llama mezclaba novela negra con fantasía y en Dögunljósey drama romántico con mitología vikinga y épica heroica, en Demócrata por conveniencia: diario irreverente de unas elecciones sin elección, me la vuelvo a jugar al combinar sátira política con ficción autobiográfica.
Teniendo en cuenta el tono mucho más serio de mis otros libros, es posible que el salto sea tan mortal que os deje un poco a cuadros, pero esa era la idea.
Si os digo la verdad, nunca he creído en los géneros como tales, sino en modularlos y subvertirlos desde mi propia perspectiva de autor de acuerdo con unos intereses determinados . Y esta nueva obra, con la que además de sorprenderos a vosotros pretendo también sorprenderme a mí mismo, es un ejemplo perfecto de ello. Mi objetivo: demostrar que la comedia desmadrada también puede servir de soporte para ofrecer reflexiones interesantes sobre determinados asuntos aunque muchas veces no lo parezca.
Pero, entonces, ¿qué es exactamente Demócrata por conveniencia?
Permitidme que empiece por lo que NO es:
- Demócrata por conveniencia no es un libro partidista
Si estáis buscando una sátira que reafirme vuestro posicionamiento político dentro de una determinada varilla del abanico de partidos lo lleváis claro. Mi libro no va de atacar a tal partido o a tal otro. Ni tan siquiera de parodiar a un bloque ideológico en detrimento de otro. Mi libro va de no dejar títere con cabeza ni a babor ni a estribor. Lo contrario (es bastante triste tener que recordarlo, pero así está el patio hoy en día) no sería una sátira, sería puro sectarismo. Y el sectarismo, aprovecho para dejarlo caer, constituye uno de los muchos aspectos de la política que critico en la novela…
- Demócrata por conveniencia no es un libro políticamente correcto
Al revés, la historia destila desde la primera a la última página una incorrección, una causticidad y una mala baba que no encontraréis en la mayoría de libros actuales. En parte, por la propia naturaleza de lo que cuento y porque así lo he querido, pero en gran medida también, porque la trama sucede en el año 2003 y por aquel entonces (vuelve a ser triste tener que recordarlo, pero igualmente verdadero), la sociedad española era mucho más abierta a la hora de hablar de ciertas cosas de lo que es ahora. Total, que habrá mucho humor negro, muchas reflexiones incendiarias, muchas escenas salidas de madre y muchos momentos que pondrán a prueba la paciencia de quienes tengan inclinación a escandalizarse por cualquier cosa.
- Demócrata por conveniencia no es una obra que aspire a ser madura
O si lo es, lo es a su manera. Siempre he creído que no hay nada más maduro que comportarse como un crío y no tomarse muy en serio a uno mismo, así que esta novela, escrita en el pico más desmadrado, irreverente y contestatario de mi juventud, está muy lejos de ser un ensayo sesudo y concienzudamente meditado sobre nuestro sistema parlamentario. Hay críticas profundas, sí, pero apenas asoman la patita entre un montón de situaciones delirantes, diálogos deliberadamente absurdos y personajes esperpénticos. Todo, para más INRI, narrado desde la óptica gamberra de un veinteañero descreído con gran parte de su cabeza todavía por amueblar.
Dicho todo esto, ya solo queda responder a la pregunta complementaria: ¿QUÉ ES DEMÓCRATA POR CONVENIENCIA?
Pues muy sencillo:
- Demócrata por conveniencia es, ante todo, la crónica despiadada de una campaña electoral
A modo de diario de batalla, la novela narra lo que me sucedió hace ya bastantes años cuando, a fin de sacarme unas perras para pagarme un viaje a Laponia (país que me fascinaba por aquel entonces), terminé trabajando al servicio de un partido político que me daba absolutamente igual durante la campaña por las elecciones de mi municipio. A lo largo de todo ese tiempo presencié cosas que no creeríais y dejarían a todo lo visto por Rutger Hauer en Blade Runner (puertas de Tannhäuser incluidas), a la altura del betún. De mis recuerdos y las notas que tomé sobre este abracadabrante episodio de mi vida, surgió la novela. No todo en ella es real al 100%, ya que siempre hay que salpimentar ciertas cosas para darles algo más de gracia, pero os aseguro que al menos lo es al 70%.
- Demócrata por conveniencia es también una historia de iniciación, un retrato generacional y un tributo al nihilismo de principios de siglo
Porque sí, amig@s, aunque las elecciones acaparen casi todo el protagonismo del libro, en realidad solo son una excusa argumental para relatar el traumático aterrizaje en la vida adulta de un joven con poca experiencia frente a la cruda y dura realidad, una coartada más o menos oportuna para ahondar en el zeitgeist de una generación sin asideros a la que todo le importaba una higa y un subterfugio cogido por los pelos para reivindicar desde nuestro triste, modosito y ultrapolitizado presente una manera de pensar que ya nunca volverá.
- Demócrata por conveniencia es, por último, una explicación completamente accidental de cómo hemos acabado como hemos acabado
Cuando escribí esta historia, el mundo era muy diferente a lo que es hoy. En ese momento de mi vida, yo solo buscaba crear una novela divertida a partir de un suceso personal al que le había visto un gran potencial cómico. Ocurre que, con el tiempo y la perspectiva, me di cuenta de que muchas de las tonterías que contaba en el libro contenían el germen de otras tantas no tan graciosas que estaban por venir (la crisis de 2008, el 15-M, la eclosión de los movimientos populistas…) y así fue como una obra tan descreída y falta de ambiciones como Demócrata por conveniencia acabó por revelarse, contra todo pronóstico, como un libro paradójicamente más esclarecedor que muchos de los que han tratado estos asuntos de manera solemne y rigurosa.
- Pero por encima de todo lo anterior, Demócrata por conveniencia es ¡UN ABSOLUTO DESPARRAME!
En sus páginas encontraréis espías electorales que han olvidado para qué partido trabajan, candidatos cuarentones aficionados al botellón, afiliados disfuncionales y fuera de control, conductores de vehículos de campaña sin licencia para manejarlos, activistas pasados de rosca, tiralevitas varios, ancianos ultraviolentos y hasta ediles adictos al sexo a la caza del voto perdido.
Vamos, que si lo que buscáis en un libro es simplemente echaros unas risas, no os casáis con nadie en lo que a política se refiere y todavía conserváis la cada vez más inusual capacidad de reíros de todo y de todos, es posible que en Demócrata por conveniencia encontréis una lectura capaz de haceros pasar un muy buen rato a costa de las deficiencias de nuestro entrañable sistema parlamentario.
Dicho de otro modo: os tocará tragaros muchas campañas electorales de aquí al día 28 de abril, pero os aseguro, para bien o para mal, que ningún partido político os va a contar ninguna como yo lo hago en el libro.
En caso de que decidáis uniros a mí en este viaje alucinante por los entresijos de la democracia, ya sabéis dónde encontrarme.
Hasta entonces, tened mucho cuidado con los censos, no sea que os toque ser presidentes de mesa, e id siempre por la sombra…